El móvil primero. Es el lema seguido por Google desde que su presidente Eric Schmidt lo acuñara como política principal del Gran Buscador. Y con los móviles y la convergencia audiovisual, la televisión, en la que Google TV se ha topado con muros todavía infranqueables. El móvil y la televisión están cambiando tanto a Google que empieza a abandonar algunos de sus rasgos genéticos: la independencia del algoritmo (y el software) y su credo iniciático de que la información es libre y gratuita.
Es el anuncio de un cambio de era y estrategia para la mayor empresa de internet, la gran comercializadora de la red y el símbolo de la era de los navegadores y las búsquedas. Google siempre ha declarado que su misión es organizar la información para hacerla accesible a los usuarios. Pero el mundo digital ha cambiado con los móviles, las plataformas y la convergencia audiovisual. Ese giro copernicano justifica la compra de Motorola Mobility por la compañía de Larry Page y Sergey Brin.
Internet ya no es una república de los usuarios, como proclamaba la Declaración de Independencia del Ciberespacio, sino un nuevo mercado y un territorio cada vez más integrador de lo analógico.
El móvil es su mando y su dispositivo clave de acceso para los usuarios: con total conectividad y ubicuidad, pero siempre geolocalizado; con acceso a todos los servicios de la convergencia, social y en tiempo real. La televisión conectada es el centro del hogar digital, el mayor espacio de consumo de contenidos y servicios. Ninguno de esos mercados es libre ni gratuito. Los dos requieren intermediarios como las telefónicas, proveedores de contenido profesional y dueños de derechos como las productoras de cine y televisión, pero también comercializadores de productos como teléfonos móviles o descodificadores (set-top boxes) donde la calidad de la integración de contenidos, interfaz y servicios, junto a la distribución y la atención al cliente son fundamentales.
Google ha podido crecer hasta ahora pese a la oposición de diarios y revistas, la cruzada de la televisión contra YouTube y a las protestas contra su concentración de la publicidad digital. Siempre lo ha hecho al mejorar la búsqueda y acceso de los usuarios, pero también con sus aplicaciones para acceder a todo tipo de contenidos, de mapas a libros, y a su capacidad de convertirlos en soportes comerciales.
Pero con Android y Google TV no es suficiente. La fragmentación del sistema operativo móvil le hace perder las fortalezas de plataformas como Apple, donde la integración de hardware y software aumenta el atractivo de sus productos y simplifica su uso.
Google TV todavía es un experimento para meter el buscador en la televisión que choca con los dueños de los contenidos y con los proveedores de televisión de pago, con sus propios canales optimizados para el audiovisual y descodificadores especializados, muchos de ellos con tecnología o fabricación de Motorola. Pero también con el streaming de empresas como Netflix, con sus propios algoritmos de recomendación y su modelo de negocio que permite a los dueños del contenido rentabilizar mejor su catálogo.
Frente a Google, Apple y su dominio del diseño de aparatos de alto atractivo para los consumidores y su poder de integración. Facebook y su capacidad de fidelizar a los usuarios y de atarlos al tiempo real de la red social. Y el nuevo sistema de plataformas digitales donde sus dueños gestionan acceso, usuarios, contenidos y servicios.
Google y sus productos están en todas, pero muchos expertos dudan de que se haya convertido en una verdadera plataforma, un ecosistema y un mercado donde los usuarios y los proveedores acuden para compartir oferta y demanda.
Más bien Google es un proveedor más, con sus servicios y funcionalidades accesibles a través de distintas plataformas y equipos. Con su navegador Chrome, con Android, Google TV y con Motorola, pero también con su propia red social, Google aspira a hacer realmente suyos a los usuarios. Compra patentes y capacidad de fabricación de dispositivos, pero sobre todo empieza a dejar de ser una pura empresa de internet, la más exitosa y simbólica de todas, para evolucionar hacia una compañía de gran consumo digital. Lo que Apple ha conseguido con Steve Jobs al frente y lo que Mark Zuckerberg espera ser como gran plataforma digital social.
Google es más que nunca el Gran Ciberleviatán digital. Está en todo, de las búsquedas a los sistemas operativos y los móviles. En los bits y en los átomos, pero con sus grandes litigios en Europa y Estados Unidos, los móviles y la televisión, y su necesidad de las 17.000 patentes de Motorola para evitar demandas y frenos legales, ya sabe que la tecnología y la información no son ni libres ni gratuitas cuando los dueños de las redes y de los contenidos vuelven a recuperar control con los nuevos dispositivos y plataformas que fidelizan a los usuarios, por los contenidos y por su dispositivo y vía de acceso al universo digital.
Columna para Estrella Digital