El presidente José Luis Rodríguez Zapatero viaja a la India. Es la primera visita de un presidente de gobierno español en 13 años. Zapatero, concentrado en la agenda nacional, no viaja mucho. Por eso extraña que este viaje, sólo unos días después de anunciar el inicio del diálogo de paz con ETA, esté tan vacío de contenido y algunas ausencias sean tan notorias como la del ministro de Industria, José Montilla, volcado ya en la campaña electoral catalana.
Los asuntos nacionales se imponen sobre la agenda diplomática a pesar de que más de 60 personas acompañan a Zapatero en su viaje.
El presidente español visitará Nueva Delhi, donde se entrevistará con el primer ministro indio, Manmohan Singh, y clausurará un seminario empresarial hispano-indio. Viajará a Pune, donde visitará factorías de componentes de automóviles, el sector con más capital español. El final del viaje será Mumbay (antes Bombay). Una jornada cultural servirá para anunciar el primer centro del Instituto Cervantes en la India (prometen cinco), a inaugurar el año próximo, y se presentará el primer diccionario catalán-sánscrito, escrito por Òscar Pujol.
Fuentes diplomáticas indias se quejan de que Zapatero no visitará Bangalore, centro y emblema de la nueva India tecnológica, y que el Plan India del Ministerio de Industria quede en los componentes de automóvil cuando la relación entre España y la potencia asiática es muy pobre.
Mientras India busca un sitio en la sociedad de la información bajo la bandera de que el mundo es plano, según la frase de Thomas Friedman, España sigue en la sociedad industrial, apegada al coche en sus relaciones con el subcontinente cuando las grandes multinacionales dejan nuestro país en busca de mano de obra más barata.
Las relaciones con la prensa y la organización tampoco han mejorado. Con Javier Valenzuela los periodistas llegaron a protestar por problemas en los viajes. Con su sucesora en la Dirección General de Información Internacional, Gabriela Cañas, también periodista de El País, las organización no mejora. Entre Delhi y Pune, segunda etapa del viaje, no hay avión posible para llegar con el presidente. No se viaja en el avión oficial porque va lleno y desde Presidencia se les ocurrió invitar a la prensa a que alquilaran un Airbus, porque con un avión más pequeño tampoco llegarían.
Demasiado gasto para tan poca información.
Trece años después del viaje de Felipe González, la India ha cambiado mucho pero las relaciones de España con el gigante asiático son escasas y la política cultural parece dar la razón a las críticas de Antonio Muñoz Molina sobre la dispersión de recursos.