El Ministerio de Cultura alude en su anteproyecto al impacto digital sobre el entretenimiento y la cultura para proteger “los derechos de propiedad intelectual”. Ese no es el problema. La clave es ofrecer más contenidos en todas las plataformas y dispositivos, a mejor precio y cuando desean los consumidores. Reducir barreras comerciales y animar un mercado más abierto. Sin monopolio de las grandes productoras y distribuidoras de música o cine o de las editoriales dominantes. Sufrimos el absurdo de no poder vender o alquilar, pagando derechos, lo ya visto gratis en televisión.
La propuesta avanza en perseguir el dinero, no a la gente. Pero en lugar de bloquear la publicidad en las webs de descargas debería cobrar por ellas. Internet no dinamita los derechos de autor sino la distribución por ventanas (tiempo y canal) y precios controlados por la gran industria. Cuando una copia está disponible debería poderse distribuir, alquilar o vender libremente por cualquier canal remunerando con precio de mercado, no como ahora
fijado oligopólicamente, a sus propietarios. La llamada doctrina de la primera venta y la flexibilización del mercado que se busca en la Unión Europea. Aumentaría la oferta legal, rebajaría precios y fomentaría el consumo. Es el objetivo de gigantes como Amazon, Google, YouTube o Netflix.
No seamos tan tercos con ciertos derechos y ganemos con un negocio más abierto y justo para todos antes que nuevos dueños sustituyan a viejos monopolios.
Columna en los diarios de Vocento
Columna en los diarios de Vocento