Friday, December 30, 2011

Rajoy condena a RTVE

Rajoy fuerza la reestructuración de RTVE. La reducción de 200 millones de euros en los 550 millones de aportación estatal, una rebaja del 36,5%, deja a la televisión pública con un presupuesto de mil millones para 2012, inferior a los 1.097 millones con los que contaba en 2009, antes del despliegue de la TDT y de su apuesta por la televisión conectada e híbrida.
Es el peor castigo para una televisión pública siempre criticada por el PP.
RTVE tendrá que abordar una reestructuración como la emprendida por la BBC para eliminar canales de sus múltiples y reducir servicios, la única forma de rebajar sus gastos de producción y recursos para asumir el ajuste.
La televisión estatal tendrá que elegir entre cerrar servicios y canales para mantener competitividad en La 1 o rebajar toda su oferta y perder su liderazgo de audiencia.
El telestado de Rajoy será más reducido en cuanto a titularidad pública, hará que el duopolio privado recupere parte del negocio perdido durante la crisis y confía en esa alianza para sostener su apoyo político.
Los recortes en el telestado son obligados en la situación de crisis actual, pero vuelve a faltar una definición del servicio público en la sociedad de la información, donde la oferta audiovisual es enorme.
Por no esperar, ni siquiera se ha sacado a RTVE de su interinidad tras la dismisión de Alberto Oliart para nombrar un presidente encargado de liderar la reestructuración.
Pero el servicio público continúa haciendo falta donde lo privado no llega, tanto en sus esencias -informativos, programación infantil, educación y divulgación, minorías y colectivos especiales- como para convertirse en una plataforma de contenidos y servicios ciudadanos orientada a garantizar el acceso a los contenidos financiados por todos o de dominio público.
Cada vez que se manosea RTVE, con más o menos financiación, se obvia la necesidad de repensar la función del servicio público. Cuando a la BBC se le ordenó recortar su presupuesto un 20%, lo primero que se hizo fue rediseñar el concepto de la corporación británica, su papel en la sociedad y en el mercado de medios, y su futuro.
Esa visión se vuelve a echar de menos en los recortes del gobierno de Rajoy igual que en la coja y poco ambiciosa Ley Audiovisual aprobada por el ejecutivo de Zapatero.
Las ideas, el concepto del servicio público y su desarrollo son la medida de la calidad de la televisión pública, no sólo el dinero.