El #15m ha impactado no sólo en la política. Es una sacudida a toda la sociedad y también a los medios -el viejo cuarto poder- ajenos a la gestación de un descontento y una movilización que se larvó con el debate de la ley Sinde y ha corrido por la web durante meses con la fuerza de una viralidad enojada con la partitocracia.
Pero la mayoría de los medios y los periodistas estaban ausentes. Con el agravante de que algunos periodistas, columnistas y editores de medios digitales han sido activos tanto en el debate sobre las descargas y la propiedad intelectual como después en #nolesvotes y en los inicios de #democraciarealya.
Antes de la erupción de #spanishrevolution ya sufríamos una democracia amordazada por las cuotas electorales y el control de los partidos sobre la información y las imágenes de la campaña.
Muchos periodistas se sumaron a #sinpreguntasnocobertura, pero el reflejo real en la cobertura de la campaña ha sido escaso.
Políticos y periodistas han mantenido una agenda apartada del objetivo real de unas elecciones locales y autonómicas y del surgimiento de una enmienda civil a la gestión restrictiva de la democracia.
La partitocracia es sorda. El periodismo, también.
El #15m los medios tardaron en reaccionar. Sólo unos pocos como El País en su web, 20 Minutos y la televisión catalana TV3 tenían en su agenda la previsión del éxito de la protesta.
En el análisis gráfico de @montera34 se puede observar el seguimiento de la #acampadasol en las portadas de varios grandes diarios.
Sólo tres llevaron a su portada el 15m el lunes y hasta el jueves con la prohibición de la Junta Electoral de Madrid y la decisión de mantener la protesta, la presencia en las portadas no se hizo mayoritaria.
Y casi todos han adoptado una línea editorial que refleja el impacto de la protesta sobre la política electoral y se aparta a menudo de la indagación en los hechos y los protagonistas. La explicación al público general de los porqués, los quiénes, el cómo, el cuándo y las consecuencias de una movilización que supera las barreras de la democracia formal y ha resucitado el debate sobre la extensión de los derechos fundamentales, el papel de los partidos y la falta de conexión y participación de los ciudadanos en una política solipsista.
Como los ciudadanos, los periodistas y los medios debemos reflexionar. No estamos preparados para una democracia en tiempo real y en red donde las ideas y los movimientos no tienen líderes y no hacen ruedas de prensa mientras se gestan.
Pero está el debate, los participantes y sus documentos. Está la democracia en ejercicio en la red. Y no está suficientemente atento y rápido el periodismo.
Los medios y los periodistas debemos hacer una reflexión profunda sobre la cobertura del 15m, como ayer discutíamos en el Laboratorio de la APM y hoy refleja Arsenio Escolar.
En los defectos de esa cobertura coincide el enfoque estrecho de los medios sobre la información, encerrado en las esferas de poder y los intereses de la partitocracia (coincido de nuevo con Toni).
Que cada cuál juzgue la estrategia y la información de cada medio.
Muchos convendrán en que los intereses políticos de las cabeceras, sus filiaciones partidistas y los defectos de un periodismo donde la calle se sustituye por las salas del poder y las redes sociales no es competente para la sociedad del siglo 21.
La mirada, el enfoque y la investigación sigue siendo estrecha y lastra las posibilidades del periodismo profesional para responder adecuadamente a su deber social y a garantizar el derecho a la información de los ciudadanos.
Estamos en las redes, pero el periodismo no se ha adaptado todavía con eficacia a un nuevo ecosistema y su impacto en la información.
Las redacciones han comenzado a abrirse y muchos periodistas y directores están en Twitter o usan Facebook para ampliar su audiencia y el marketing de sus contenidos. Pero hay que reiventarse para convertirse de verdad en plataformas sociales, situar de nuevo al periodismo en los nuevos espacios públicos de las redes y la realidad.
Falta periodismo. Escasea el análisis informativo. Sobra opinión.
Es hora de una autocrítica responsable y exigente. Lo pide el público, lo anhelan muchos periodistas. La ciudadanía y el futuro no nos perdonarán esa reflexión.
Actualización: Datos cronológicos y cuantitativos de cobertura