Monday, June 10, 2013

Espiados 2.0


Se llama PRISM en honor a la fibra óptica (y quizá a Pink Floyd). Podría ser una banda de villanos de James Bond o de Batman, pero es un gigantesco programa de espionaje de las comunicaciones puesto en marcha en Estados Unidos por la Agencia de Seguridad Nacional. Los grandes de internet como Microsoft, Yahoo, Google, Facebook, YouTube, Skype o Apple han proporcionado datos sobre correos electrónicos, chats, vídeos, fotos, llamadas a través de internet, archivos compartidos, videoconferencias, posiciones de GPS o de actividad en las redes sociales. No sólo han sido espiados los norteamericanos, sino ciudadanos de todo el mundo por la concentración de redes y servidores en estas empresas.


Somos datos, cada día más. Nuestra huella digital es el botín buscado por la publicidad y el marketing para financiar la economía de la abundancia digital. Pero los gobiernos, los servicios secretos y una miriada de espías digitales saben cada vez más sobre nosotros.

PRISM es legal. La justicia lo autorizó para luchar contra el miedo al terrorismo. Sobre todo al terror de los políticos de enfrentarse a atentados de los que no nos pueden defender. La justicia y la política se parecen cada vez más Minority Report, el relato de Philip K. Dick que Spielberg y Tom Cruise popularizaron. La vigilancia de los precogs permitía capturar a los criminales antes del delito. La paradoja es detener a inocentes en la creencia pseudocientífica de la inevitabilidad de sus actos. El viejo determinismo.

Es también la paradoja del control 2.0: las mismas tecnologías y herramientas utilizadas por personas de todo el mundo para luchar contra la opresión, la injusticia o defender sus intereses son controladas por un puñado de empresas fáciles de coaccionar y vigilar.

Hay otras paradojas. La sociedad de la abundancia es una civilización del hiperconsumo donde unos pocos controlan a muchos con la aparente felicidad de una interacción mediatizada por quienes controlan el sistema. ¿Quebrará la confianza de los consumidores 2.0 o la embriaguez de la abundancia acabará con los viejos ideales de libertad individual?

Columna en los diarios de Vocento