En los asadores entras y vas a lo fijo. Nada de experimentos. Cabrito o cochinillo y un vino rojo. ¿Para qué pensar más?
En el Hay Festival de Segovia fue lo mismo. Elena se vuelve con el regusto pegajoso de la grasilla en la boca. Mucho star, poca literatura.
Al menos poco riesgo y menos novedades. Plato de barro y a comer que se enfría y no hay quién lo trague. ¡Más vino, mesonero. Más vino!
Truman Capote invitó una vez a dos botellas de champán a Marilyn Monroe al salir de un funeral. Marilyn estaba demacrada, sin maquillaje. Hasta se había olvidado de teñir la raíz negra de su rubio platino.
Dos botellas de champán para ahuecar el pelo, apretar un corchete el sostén y salir del bar hecha una bomba sexual.
Del gris cotidiano al cine en technicolor.
En Segovia, sepia y gris marengo.
Sólo Wole Soyinka y los chicos de Bogotá39 animaron un poco los salones fríos, amojigatados con la digestión del cochinillo y el desvarío de a siete euros la entrada.
Lo dicho. La esperanza está más allá de Europa y Norteamérica. Hasta Hanif Kureishi pareció una estrella pop aburrida de tanta gira. Donde haya ministro no hay escritor que valga.
Menos cochinillo y más literatura. Y si te lo comes. Qué pringue, coño. ¡Es la vida!
P21 | Hay Festival en ADN.es