Monday, March 11, 2013

Contra las tertulias

Las tertulias y la crítica incesante en las redes sociales preocupan al gobierno. Debates televisivos y redes coinciden en una carga de furor crítico y negativo que la estrategia del silencio tan bien ejecutada por el presidente Rajoy o ministras como Ana Mato no consigue atajar. Tampoco los deteriorados telediarios de TVE, convertidos en un altavoz de La Moncloa, pueden con el ascenso de informativos más críticos y de unos debates donde la crispación y la crítica mejoran el rating minuto a minuto.
Con la corrupción, Urdangarín y el caso Bárcenas como eterno debate, la economía sin remontar y la creciente oposición a las políticas de Rajoy, el PP pierde su afición a la crispación, ese ecosistema del todo va mal tan apreciado desde la oposición. Moncloa y Génova reducen la presencia de dirigentes populares en las televisiones, denuncian a medios en los tribunales y las insidias fiscales del ministro Montoro contra los grupos de comunicación intentan atenazarlos cuando la crisis ataca la independencia.
Génova no quiere dirigentes populares en las tertulias de La Sexta y se resiste a ser blanco constante de las críticas en los demás canales cuando la sospecha permanente deja poso hasta en los afines a la derecha. Tanto que por primera vez en años se debilita la inquebrantable lealtad del votante popular.
A Moncloa le gustan más los telediarios sosos y domados, al estilo de TVE. Gobierno y PP siguen empeñados en ese remedo de ruedas de prensa convertidas en actos propagandísticos donde los políticos se niegan a responder a los periodistas. Pero la contestación es cada vez mayor, como ocurrió la pasada semana con el plantón de los periodistas a la silente ministra de Sanidad en Nueva York.
Las críticas no se callan con silencio, sino con razones. El PP puede hacer poco contra el grito continuo de Twitter, pero la falta de comunicación junto a las amenazas y presiones a los medios por su debilidad económica son la peor estrategia en una democracia. Como en la sanidad o la educación, los daños pueden ser irreparables.

Columna en los diarios de Vocento