Monday, March 25, 2013

Cinismo contra las descargas

De la ley Sinde a la ley Lassalle contra las descargas y continúa la ceguera. Acabar con las descargas es imposible. Controlar los enlaces de internet también, además del peligro de la censura. Un canon digital pagado con dinero público es un escarnio cuando se limita la copia privada. Igual con el uso de textos educativos cuando la mayoría los pagamos apriori con sueldos y ayudas públicas a docentes e investigadores. El gobierno se ufana de proteger los derechos de autor, pero olvida aumentar el negocio, animar la cultura y proteger a los consumidores.

El Ministerio de Cultura alude en su anteproyecto al impacto digital sobre el entretenimiento y la cultura para proteger “los derechos de propiedad intelectual”. Ese no es el problema. La clave es ofrecer más contenidos en todas las plataformas y dispositivos, a mejor precio y cuando desean los consumidores. Reducir barreras comerciales y animar un mercado más abierto. Sin monopolio de las grandes productoras y distribuidoras de música o cine o de las editoriales dominantes. Sufrimos el absurdo de no poder vender o alquilar, pagando derechos, lo ya visto gratis en televisión.

La propuesta avanza en perseguir el dinero, no a la gente. Pero en lugar de bloquear la publicidad en las webs de descargas debería cobrar por ellas. Internet no dinamita los derechos de autor sino la distribución por ventanas (tiempo y canal) y precios controlados por la gran industria. Cuando una copia está disponible debería poderse distribuir, alquilar o vender libremente por cualquier canal remunerando con precio de mercado, no como ahora fijado oligopólicamente, a sus propietarios. La llamada doctrina de la primera venta y la flexibilización del mercado que se busca en la Unión Europea. Aumentaría la oferta legal, rebajaría precios y fomentaría el consumo. Es el objetivo de gigantes como Amazon, Google, YouTube o Netflix.

No seamos tan tercos con ciertos derechos y ganemos con un negocio más abierto y justo para todos antes que nuevos dueños sustituyan a viejos monopolios.

Columna en los diarios de Vocento