En el iPhone las aplicaciones son el rey. Es la forma de acceso a los contenidos y servicios preferida por los usuarios. Android y BlackBerry le siguen y confirman la tendencia: en los móviles se navega menos y el acceso a los contenidos y servicios se hace directamente a través de las apps, según un estudio de Nielsen.
Cambia la forma de distribuir y comercializar los contenidos digitales. Una tendencia de la que toman nota los medios y explica la carrera por el iPad.
Por eso también las telefónicas quieren acabar con la neutralidad de la red cuando la banda ancha, fija y móvil, es el motor del crecimiento de la sociedad de la información.
El negocio de las aplicaciones todavía no está claro para los medios aunque sea la gran esperanza del pago por contenidos. Algunos como The Guardian han elegido una fórmula one shot: cobrar por la aplicación una sola vez, pero no por el acceso a los contenidos. Otros confían más en fórmulas de suscripción, con mayores posibilidades de rentabilización y menor erosión de la percepción de valor de los contenidos.
Pero además las aplicaciones sufren el control de las plataformas de distribución (Apple, BlackBerry o las tiendas de las operadoras) y el margen del precio de venta o suscripción que se quedan los distribuidores. Costes y control que se pueden evitar en plataformas abiertas como Android, pero por ahora menos utilizadas.
Los contenidos de los medios otra vez en manos de los distribuidores cuando durante muchos años se ha luchado por controlar el canal de distribución.
Hoy los editores se quejan del dominio digital de Google y posiblemente en un futuro próximo oiremos cómo se lamentan de la tiranía de la comercialización de Apple, Amazon y otros grandes de la comercialización digital y la movilidad, como se duelen ya las discográficas o los editores de libros.
Para los anunciantes la visión es distinta y confían en mejorar la efectividad de la publicidad digital, aunque sea a cambio de subir el precio.
Las aplicaciones suelen garantizar un impacto más personalizado y sin competencia de otros anuncios. Pero falta ver cómo se compaginan las aplicaciones de pago con la publicidad, una fórmula a menudo rechazada por el público, que sólo quiere pagar por contenidos sin publicidad.
Por eso muchos anunciantes se han lanzado a crear y distribuir sus propias aplicaciones con servicios premium, ecommerce y otros, como ya se ha hecho en las redes sociales.
El mercado es todavía pequeño, pero se acerca una nueva revolución del negocio digital.