Las Smart TV son bastante bobas. Son tontas por su software, y se lo hacen por la presión de la todopoderosa industria con su empacho de licencias, frecuencias, derechos, canales y todas las limitaciones para sostener un mercado con los días contados. Los más ceñudos teleadictos quieren una televisión personal, a la carta, sin la tiranía de la programación y el exceso de publicidad que desprecia a la audiencia. Una nueva industria, la de internet, el streaming, las aplicaciones y los contenidos disponibles en cualquier momento y dispositivo, empuja y se une a los grandes fabricantes de pantallas para acabar con la tiranía de la tele convencional.
El gigante Samsung acaba de comprar Boxee, una pequeña compañía inventora del primer grabador de TV en la nube. Con el Cloud DVR dio a sus clientes el poder de grabar cualquier programa para construir su programación personal y verla en cualquier aparato, de la televisión a los móviles.
Boxee es un descodificador de software elegante que ofrece una experiencia de usuario simple en cualquier aparato. Permite disfrutar de toda la televisión –abierta o de pago- del usuario además de integrar aplicaciones audiovisuales, del vídeo a la carta a las de los propios canales de televisión.
Los nuevos servicios de streaming y la oferta de descodificadores interactivos sufren los mismos males. Uno, un software lento y bobo. Dos, el control de las televisiones sobre los contenidos y sus limitaciones para evitar el cambio del viejo modelo basado en frecuencias, canales y mercado territorial a la libertad del móvil y los contenidos en la nube. El mismo problema que enfrentan los grandes de la electrónica para que sus televisiones inteligentes no parezcan cacharros tontos que la mayoría acaba por no conectar nunca a internet.
Microsoft o Sony quieren solucionarlo con el poder de sus videoconsolas. Samsung apuesta por una televisión realmente inteligente y menos enfrentada a la industria para evitar el ataque de Apple, Google y otros grandes de la tecnología que tienen en la televisión es su gran objetivo.
Columna en los diarios de Vocento