Monday, August 13, 2012

HuffPost Live, la tertulia permanente


The Huffington Post estrena la televisión de bajo coste, social y en internet. La receta: una tertulia permanente (12 horas por ahora y con planes de alcanzar las 16) con una plantilla de ocho presentadores discutiendo los temas del mega agregador con los periodistas, blogueros y colaboradores de la casa. A su lado, un widget con videocomentarios con el uso de Google Hangout (videoconferencias), comentarios en HuffPost y en Twitter.
Arianna Huffington y su equipo lanzan HuffPost Live, su anunciada apuesta por el mercado y la audiencia del vídeo, con la evolución de la fórmula que se ha convertido en un éxito: opinión en tiempo real y participación de los usuarios. La conversión a internet de la mayoría de las tertulias y pseudo programas informativos que rellenan horas y horas de programación en todo el mundo.
Como siempre, la retórica triunfante de la megaestrella del periodismo digital norteamericano tildará HuffPost Live de los más bellos epítetos para convertir lo que es puro negocio de periodismo cuantitativo-bajo coste, escasa información, aprovechamiento de materiales ajenos y el atractivo de caras y personajes conocidos- en un epítome de la innovación.
"La gente no quiere sólo consumir noticias -dice la siempre exagerada Arianna- quiere ser parte en la formación de la historia de nuestro tiempo". El premio altisonante que siempre se adjudica a sí misma. Pero no sucumban a la retórica, las tertulias son muchas veces una ilusión de democracia y participación enfangadas en la propaganda y la falta de argumentos sólidos.
HuffPost Live no engaña, se parece a los muchos años de estrellato de Ophra Winfrey y a la receta de la Fox de Murdoch y tantas televisones en todo el mundo: tertulias, tertulias y tertulias para llenar horas a bajo precio y despertar en el espectador la ilusión de que no sólo está bien informado, sino de que tiene criterios y argumentos de valor para juzgar sobre cualquier tema en poco tiempo, exactamente igual que hacen los tertulianos.
"Esta no es una cadena de vídeo. Es en realidad una plataforma para el engagement", el consumo de los usuarios más intensivos, la palabra clave en el marketing digital. Es la proclama de Roy Sekoff, editor de la web de vídeo, contagiado del estilo altisonante de su jefa.
Arianna socializa en internet el negocio de las tertulias (escaso aunque en España un tertuliano, José Ignacio Wert, haya conseguido colarse como ministro en un gobierno, funesto récord) para intentar hacerse con una buena parte de los 1.800 millones de dólares que el vídeo en internet consiguió en publicidad el año pasado en Estados Unidos. El vídeo es uno de los mercados de mayor crecimiento publicitario y de audiencia junto a los móviles. Los grandes de internet se han lanzado a su conquista para hacerse con el mercado de la convergencia. The Wall Street Journal ha demostrado con WSJ Live, su aplicación para tabletas y televisión conectada, que los diarios y las webs informativas pueden hacerse con un cacho de la tarta.
Las tertulias languidecen cuando un solo partido manda e impone sus ideas y propaganda en las televisiones sin un adversario al que machacar, como ocurre en España con el gobierno Rajoy, pero HuffPost Live nace para el tramo final de la carrera presidencial entre Obama y Romney.
Las tertulias son  televisión y democracia de bajo coste. Los resultados en la pantalla pueden ser aparentes pero por el momento sólo han producido una opinión pública más polarizada políticamente y más convencida de que sabe lo que no entiende.
La opinión por encima de la información y al margen de ella. Uno de los grandes males del periodismo del siglo XXI.