Monday, October 22, 2012

Censura contra los ojos de todos

Negar la realidad y amenazar con el miedo a la violencia. El gobierno y el Ministerio de Interior pretenden una misión imposible: cegar los móviles y las cámaras de los miles de ciudadanos que una y otra vez se echan a la calle contra los recortes. El ministro Jorge Fernández Díaz y el director de la Policía, Ignacio Cosidó, quieren retorcer la ley y cerrar los ojos que no pudieron cegar los sátrapas en la Primavera Árabe ni en las manifestaciones que día a día amplían y retratan las redes sociales, el nuevo espacio público donde la libertad y el poder de los ciudadanos aumenta.

Nada más saludable para la democracia que la información, la transparencia y la vigilancia de todos. La tiranía pretende cegar a los demás para ser el único dueño del relato de lo real. La democracia es el mejor sistema inventado hasta el momento para limitar los poderes: cuanto más poder tienen los ciudadanos, mejor democracia.

Interior y el gobierno ignoran que el monopolio legal de la fuerza no puede limitar los derechos de información y expresión. La vieja máxima de Jefferson de preferir periódicos sin gobierno a un gobierno sin diarios se extiende a todos los ciudadanos cuando la libertad de información está en cualquier bolsillo al clic de un móvil conectado a internet.

La realidad no se puede apagar. El gobierno vive empeñado en transmitir una imagen de España que reclama silencio y obediencia para justificar sus políticas. Pero ninguna mayoría absoluta faculta semejante censura porque la esencia de la democracia no es el poder de la mayoría, sino la libertad de todos.

El nobel Harold Pinter nos recordó muchas veces que "el lenguaje político no está interesado en la verdad, sino en el poder y su mantenimiento”. Esa voluntad ciega a un gobierno empeñado en acusar a los ciudadanos de una “cultura de la violencia” inexistente, ejercida hasta ahora sólo por pequeños grupos tanto entre manifestantes como en varias controvertidas actuaciones policiales. Los ojos de todos son la mejor garantía de libertad y legalidad.

Columna en los diarios de Vocento