Tuesday, June 19, 2012

La crisis es buena para The Economist



La crisis, económica y de la prensa, mejora las cuentas de The Economist. En pos del maltrecho pero dominante capitalismo, al que con tanta inteligencia representa, la revista consigue los mejores resultados de su historia cuando la crisis se ceba con la economía y los medios. El grupo de The Economist consigue 67,3 millones de libras (83,63 mill de euros) de resultado operativo en su último año (2011/12), un aumento del 6% en sus beneficios, con una facturación de 361,8 millones de libras (449,6 mill. de euros), un 4% más que en 2011.

The Economist atribuye los resultados a unas pocas estrategias claras:
  • contenido de calidad y de pago, en papel y digital;
  • dirigirse a una audiencia influyente, la llamada masa inteligente;
  • aprovechar las ventajas de los nuevos soportes, especialmente las tabletas,
  • y una apuesta decidida por los nuevos negocios, de los digitales a la The Economist Intelligence Unit, con sus datos contextualizados, análisis para expertos y extensión a nuevos mercados como el de la salud.

Junto a las estrategias de producto, la expansión en Estados Unidos, tanto con The Economist como con CQ Roll Call, la veterana publicación que cubre la actividad legislativa y política en Washington.
The Economist siempre ha presumido de no tener complejos. Lo demuestra en sus contenidos, pero también en su estrategia editorial y de negocio. Nunca sucumbió a la tentación del todo gratis en la web y siempre diferenció entre los contenidos comunes y gratuitos -que no han dejado de ser cada vez más abundantes, una inquietud estratégica para su futuro- y la oferta de pago, por contenido y plataforma (papel y ahora tabletas).
Con esa estrategia la revista ha conseguido alcanzar una difusión de 1,5 millones de ejemplares en papel y 123.000 suscriptores digitales. La lectura digital alcanza el medio millón de suscriptores en iPhone y iPad con la suma de 300.000 suscriptores de papel y digital y compradores al número.
En la web, Economist.com alcanzón en marzo pasado 7,8 millones de usuarios únicos con dos millones de seguidores en Twitter y otro millón en Facebook.

La mayor parte del negocio de la revista británica convertida hace tiempo en medio global está en Estados Unidos, donde las últimas cifras son de una difusión en papel de 844.776 ejemplares y una circulación digital 48.442 copias, con 46.643 suscripciones digitales y 799 ventas al número.

The Economist apuesta por aumentar sus ingresos de pago por encima de los publicitarios. Una estrategia más resistente a las crisis económicas cuando se asegura la fidelidad de los suscriptores.
El 57% de los ingresos del grupo provienen de la difusión y el pago por contenido, nueve puntos más que hace diez años, frente a un 29% de ingresos publicitarios frente a un 46% en 2002. El grupo confía en el efecto de las tabletas como soportes de lectura (lean back 2.0) para aumentar los suscriptores digitales.
Esa orientación al negocio de pago no excluye la mejora publicitaria. The Economist ha conseguido aumentar los precios de su publicidad frente a la caída general del mercado y a puesto en marcha Ideas People Channel, una red publicitaria de 60 publicaciones afines a los lectores de The Economist que llegan a 29,9 millones de usuarios mensuales en Estados Unidos y 46,4 millones en todo el mundo, la élite de lo que la revista llama la masa inteligente, la audiencia educada y profesional a la que se dirige.
La buena marcha de The Economist, con casi 1.500 empleados en todo el mundo, más de 600 en Estados Unidos y 258 sólo en Economist Intelligence Unit, su centro de inteligencia, reafirma el valor de las marcas globales con contenidos de calidad dirigidos a un público con un perfil claro y bien determinado.
The Economist nunca cayó en las redes del todo gratis en internet. Esa ausencia de pecado original le ha permitido esperar a la maduración del negocio digital, tanto para construir una audiencia fiel en la web como para desarrollar el producto impreso en las tabletas y los smartphones a los que se dirige su estrategia de migración digital.
A fuerza de defender muchas veces las estrategias anticíclicas en la economía y la política, la revista las ha aplicado también a su negocio, con el buen resultado que ahora recoje.