Thursday, March 15, 2012

Móvil low cost

La Enciclopedia Británica no cabe en un móvil. Wikipedia, sí. La hora del fin del papel de una enciclopedia publicada durante 244 años coincide con la pasión por los móviles, los smartphones que nos convierten en hiperconectados, vivir en internet y las redes sociales en cualquier momento y desde cualquier sitio. Ni la crisis para a los móviles. El primer euro se gasta en comida y el segundo en comunicaciones y conectividad. Nadie quiere caer en la brecha móvil y no poseer el aparato que nos permite hacer cualquier cosa. Pero consumidores y telefónicas sienten la crisis y el fin de un modelo, como la vieja Británica. Surge la demanda de móviles baratos sin perder prestaciones ni una imagen más asociada al usuario que la marca de su ropa o su coche.

Más del 40% de los usuarios de móvil tienen teléfonos inteligentes. Pero son caros. Los mejores cuestan más que un ordenador, un aparato para la oficina, la casa o la familia. Pero el móvil es personal, parte de la identidad digital. Solo unos pocos renuncian a ella.

La respuesta de las telefónicas y el mercado: teléfonos de segunda mano pero con su inteligencia (funcionalidades) intactas, crecimiento de tarjetas prepago y portabilidad a raudales hacia los operadores móviles virtuales. Todos queremos ser un smartphone, pero el precio de la identidad nómada debe abaratarse con la crisis.

Casi 90.000 líneas prepago se dieron de alta en enero pasado, mes récord en portabilidad, para acabar con el liderazgo de las líneas con contrato de abonado. Con tarifas más baratas y cambio de línea sin móviles, operadoras como Telefónica comienzan a revender teléfonos usados a cambio de menos condiciones de permanencia y tarifas más baratas.

Las compañías necesitan clientes y facturación para mantener redes y servicios. La pasión por los nuevos móviles solo es sostenible para unos pocos. Para muchos, la tarifa mensual aprieta y pesa para decidir la pantalla que llevamos en el bolsillo. La identidad no puede ser esclava de la permanencia. Telefónicas y usuarios comienzan a aflojar sus lazos.

Columna en los medios de Vocento