Thursday, January 28, 2010

20 años de televisiones privadas

Las privadas cumplen 20 años cuando el apagón analógico y la convergencia digital vuelven a revolucionar la televisión. Entonces nos enganchamos al zapping. Hoy los nuevos espectadores comparten sus programas favoritos en blogs y redes sociales para no enredarse en el mando.

Hace veinte años acabó el monopolio público. A la espera de una nueva ley y una autoridad audiovisual asistimos a la defunción del sistema de licencias de reparto radioeléctrico. Canales y programas se multiplican en cualquier plataforma hasta convertir al rey de los medios de masas en una elección personal en la TDT, las plataformas de pago y en internet.

La televisión es omnipresente. Se ve en todas partes, de la caja boba al vídeo bajo demanda y la televisión 2.0 en las redes sociales. Invade todo: de las pantallas planas a las personales de los ordenadores y los móviles.

Televisión y política se atraen. El telestado tiende a la concentración, como el poder. Romper el monopolio costó mucho desde el arranque de TVE en 1956. Tres empresas –Antena 3, Telecinco y Sogecable- dominaron estos 20 años. Otro oligopolio comienza con las fusiones y la presión de las empresas para controlar sus contenidos y su negocio en cualquier pantalla.

Los canales de pago vuelven a ser la esperanza de muchos pese a las guerras del fútbol y las patadas por los derechos de retransmisión. Primero fue el satélite, luego el cable y ahora, internet y la TDT. En 2006 algo una invasión llegó de fuera: Google compró YouTube y la era del vídeo en internet explotó. La banda ancha es hoy el motor del audiovisual y las televisiones persiguen en internet a los nativos digitales.

Y no nos cansamos. Vemos casi cuatro horas de tele al día. Con menos canales eran sólo tres. Y, siempre, la publicidad, con más anuncios cada año. Tantos que hasta se echan en falta en la nueva TVE. Pero la memoria es corta y cuando las cadenas preguntan a los espectadores por sus preferidos la telerealidad y las estrellas recientes se imponen. La tele es constante, pero efímera.

Columna en los medios de Vocento