El lío del audiovisual necesita desanudarse con urgencia. Un mandoble como el de Alejandro Magno para cortar el nudo gordiano que le impedía conquistar el mundo. Por si la crisis, los bolsillos vacíos de los espectadores y el hundimiento de la publicidad no eran suficiente, el gobierno está empeñado en enojar a todos y abrir agujeros sin cerrar ninguno. Resultado: las televisiones se quejan, RTVE agoniza y el control político ya es manipulación rampante, cierran los cines más queridos por los aficionados con entradas más caras por el IVA y el ignoto plan de financiación del cine no augura esperanzas.
Sólo crece el consumo de televisión. La gente se atrinchera en su casa con los ojos fijos en las pantallas para soportar el rigor de la crisis. Los jóvenes devoran cine y televisión en móviles, ordenadores y televisión conectada sin pasar mucho por taquilla y el guión de la industria se descompone por los huecos que nadie parece cerrar.
Las televisiones han perdido la mitad de la publicidad desde que empezó la crisis y sus beneficios descienden a niveles casi de supervivencia pese a la enorme concentración del mercado en manos de Telecinco y Antena 3. La amenaza de perder canales por el dividendo audiovisual y la chapuza de la adjudicación de la TDT mantiene al sector en vilo. El sofoco les empuja a reclamar mayor desmantelamiento de TVE, ya en barrena de audiencia y credibilidad, y de las pocas autonómicas que malviven.
Sin respuesta desde los ministerios. En los despachos del poder las soluciones se olvidan en los cajones de una política sin plan ni visión. En Estados Unidos una compañía enseña el camino. El vídeo bajo demanda en internet ha convertido a Netflix en la principal televisión de pago con 30 millones de suscriptores. Su creador lo tiene claro: el futuro de la televisión está en internet y las nuevas pantallas, los canales son aplicaciones y el mercado audiovisual da para mucho si cada uno mejora su oferta y responde a la demanda de telespectadores pegados a pantallas en cualquier sitio y momento. El resto son interferencias.
Columna en los diarios de Vocento