Tuesday, May 29, 2012

Crece la desconfianza en Europa y el capitalismo


Los españoles desconfían cada vez más del capitalismo como mejor régimen económico para vivir, el europeísmo pierde atractivo y no se confía en el gobierno de Rajoy para salir de la crisis. La política del desencanto y de la desconfianza se abren paso en una ciudadanía que considera excesivos los recortes y se queja de la corrupción. Son las principales conclusiones de un sondeo en varios países de Europa del norteamericano Pew Research Center.


Los resultados y la comparación con otros países revelan la tremenda insatisfacción de una ciudadanía que asiste asombrada a la sucesión de escándalos de la partitocracia y la plutocracia mientras se recortan las ventajas del estado del bienestar conseguidas los últimos años. En gran medida por los fondos europeos, pero también por un pacto social y político que se resquebraja por la desconfianza en una clase política incapaz, ajena a los problemas diarios, instalada en un sistema de poder donde las conexiones entre poder político y económico son vistas cada vez con más recelo.
Los españoles saben que hay que hacer esfuerzos y recortes en el gasto público y lo aceptan, pero no la ocultación, la corrupción y el escapismo propagandístico de los políticos en lugar de promover el necesario contrato social para una era de austeridad obligada.


En la crítica de los ciudadanos a la política y la economía de la crisis crece una indignación que busca respuestas, ideas y líderes más allá de la protesta en las calles. Durante mucho tiempo el proyecto europeo era la autopista al futuro y la salvaguarda de una mejor política. Esa idea cruje con la tensión de la crisis -económica, pero también política e institucional- y espera otra dirección para un futuro mejor.
En los gráficos se pueden apreciar las principales preocupaciones de los españoles y la diferencia con el resto de países, incluso con aquellos en peor situación como Grecia, Portugal o Italia.


Más de la mitad (52%) de los encuestados no creen que se viva mejor en el capitalismo y un 88% está insatisfecho con la dirección en la que se encamina el país. Tanto que en cinco años la confianza en la Unión Europa ha bajado 20 puntos, aunque todavía es mayoritaria. Todavía no estamos en el pelotón de los euroescépticos, pero la erosión es grande y el 65% está en contra de la política del Banco Central Europeo, sólo por debajo de Grecia (80%). Un malestar que esconde la desconfianza institucional contra el funcionamiento de una Europa sin unidad fiscal ni herramientas adecuadas para una crisis como la actual.
Un 56% de los encuestados se opone al control por Europa del presupuesto y las finanzas públicas.
El 43% cree que los recortes en el gasto público van demasiado lejos. Más de la mitad de los que se identifican de izquierdas están en contra, pero uno de cada tres en el centro y la derecha coinciden.
Lo que no cae es la admiración por Alemania y otros países como Gran Bretaña que son capaces de imponer sus políticas o decidirlas al margen de los designios europeos. En esa admiración, a la que se suma Francia. se esconde el anhelo por pertenecer al grupo de países fuertes de Europa. Un sueño vivido algunos de estos años anteriores y permanentemente alentado por los políticos como la ilusión de una país que no pesa en Europa tanto como desea.
España también es popular en el resto de Europa. Siete de cada diez entrevistados en los otros países tienen una opinión favorable.
Una imagen manchada por la corrupción. Los españoles (63%) ya casi alcanzamos a los italianos (65%) en la conciencia de habernos convertido en un país corrupto. Una opinión en contra que sobre todo comparten nuestros vecinos franceses (34%) y los alemanes (20%) y que se convierte en un nuevo obstáculo para la recuperación.


A la hora de identificar a los culpables, se señala más a los bancos que al gobierno, con el que los españoles son más benévolos que otros países, tanto los más castigados por la crisis como los más poderosos.


Y como en el caso de las encuestas españolas, la confianza en el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, es muy baja a pesar de llevar sólo seis meses en el cargo. Sólo el 45% de los encuestados creen que lo esté haciendo bien. Una desconfianza sólo igualada por la oposición y que constituye una impugnación a los grandes partidos.