Friday, January 13, 2006

Un filósofo baja a la calle

José Antonio Marina es un filósofo con un proyecto intelectual para "mejorar los modos nobles de vida". Y en esa praxis se afana con continuidad, programa y mucha presencia pública.
Marina recupera la imagen del intelectual echado a la vida práctica como hacía tiempo no se veía. Umbral ha dicho de él que es el "Ortega de nuestro tiempo" por ese ímpetu humanista y práctico, raciovitalista. Pero a diferencia de Ortega y Gasset, cuyas circunstancias lo hacían impredecible, espontáneo y vitalista, Marina tiene un plan.
"Ortega gustaba de escribir al azar de los acontecimientos y por eso algunas veces se le lee como periodista. Marina se diría que ha hecho una guía de temas propios y ajenos", afina Umbral.
Ortega decía que "la vida española nos obliga, queramos o no, a la acción política". El intelectual baja a la calle y se faja con las cosas de la utilidad sin perder de vista la verdad, que tanto preocupaba al autor de El Espectador.
Marina aprende las lecciones del pragmatismo y cree que la inteligencia "no culmina en el conocimiento, sino en la acción" que a través de la ética llega a la sabiduría y a la salvación.
Marina se confiesa cristiano y por tanto la salvación debe ser el fin de su sabiduría práctica.
Para Ortega basta con derrumbar el "imperio de la política, el imperio de la mentira" por su amor a lo útil por encima de la verdad. Y el filósofo más público de aquella España en duelo afirmaba la obligación y el derecho de la verdad.
Proyectos filosóficos para realidades complejas. Unos a impulsos de actualidad, otros merced a un programa para la vida buena. Y allá va Marina libro a libro desde el Elogio y refutación del ingenio hasta Por qué soy cristiano.
"Los proyectos hacen significativa la realidad y navegable el tiempo", piensa Marina y corre.
El último proyecto del filósofo es su Movilización Educativa, una paideia para "conspiradores educativos" y "movilizadores de tribu" para atajar los problemas desde sus orígenes (lo comentan también en Boulé).
Y allí se encabalga el filósofo en busca de esa bondad individual y pública que anhela.
Marina escribe una bitácora, un diario, donde va anotando propósitos, que es la forma útil en la que desarrolla sus pensamientos. Es una pena que la dialéctica de su página no permita el diálogo con el lector, quizá entonces podríamos aprender a ser buenos con su ayuda.