Las Smart TV son bastante bobas. Son tontas por su software, y se lo hacen por la presión de la todopoderosa industria con su empacho de licencias, frecuencias, derechos, canales y todas las limitaciones para sostener un mercado con los días contados. Los más ceñudos teleadictos quieren una televisión personal, a la carta, sin la tiranía de la programación y el exceso de publicidad que desprecia a la audiencia. Una nueva industria, la de internet, el streaming, las aplicaciones y los contenidos disponibles en cualquier momento y dispositivo, empuja y se une a los grandes fabricantes de pantallas para acabar con la tiranía de la tele convencional.
El gigante Samsung acaba de comprar Boxee, una pequeña compañía inventora del primer grabador de TV en la nube. Con el Cloud DVR dio a sus clientes el poder de grabar cualquier programa para construir su programación personal y verla en cualquier aparato, de la televisión a los móviles.
Boxee es un descodificador de software elegante que ofrece una experiencia de usuario simple en cualquier aparato. Permite disfrutar de toda la televisión –abierta o de pago- del usuario además de integrar aplicaciones audiovisuales, del vídeo a la carta a las de los propios canales de televisión.
Los nuevos servicios de streaming y la oferta de descodificadores interactivos sufren los mismos males. Uno, un software lento y bobo. Dos, el control de las televisiones sobre los contenidos y sus limitaciones para evitar el cambio del viejo modelo basado en frecuencias, canales y mercado territorial a la libertad del móvil y los contenidos en la nube. El mismo problema que enfrentan los grandes de la electrónica para que sus televisiones inteligentes no parezcan cacharros tontos que la mayoría acaba por no conectar nunca a internet.
Microsoft o Sony quieren solucionarlo con el poder de sus videoconsolas. Samsung apuesta por una televisión realmente inteligente y menos enfrentada a la industria para evitar el ataque de Apple, Google y otros grandes de la tecnología que tienen en la televisión es su gran objetivo.
Columna en los diarios de Vocento
Periodismo, medios e ideas | Journalism, media and ideas | Una mirada a los medios, los periodistas y las ideas de la sociedad de la información | A glimpse at the media, journalists and ideas in the information society
Monday, July 08, 2013
Monday, July 01, 2013
RTVE respira
RTVE respira. El gobierno, también. Las televisiones privadas, más. Pero es una bocanada de oxígeno, porque la financiación de la televisión pública sigue en duda. El Tribunal de Justicia Europeo ha dado una sorpresa al considerar legal la tasa francesa a las empresas de telecomunicaciones para financiar la televisión pública, el modelo de la ex vicepresidenta Fernández de la Vega para retirar la publicidad de la televisión estatal.
RTVE confía en una sentencia similar para la tasa del 0,9% de los ingresos a las telecos españolas por sus servicios audiovisuales. Esa aportación junto al 3% de las cadenas privadas en abierto y el 1,5% de los ingresos de las de pago generan más de 215 millones de euros, una cuarta parte del presupuesto de la televisión estatal, a la baja por la crisis y la caída de ingresos tanto de televisiones como de operadores de telecomunicaciones.
Si la sentencia se confirma para España perderán los partidarios de la vuelta de la publicidad a TVE –anunciantes y políticos diferentes, de Montoro al PSOE-, pero el sistema de financiación seguirá siendo inestable y parcial al no afectar a las autonómicas y locales.
RTVE necesita estabilidad, pero también adelgazar y ahorrar dedicándose sólo al servicio público, no a competir con programación comercial. A los políticos les da pavor un canon como en otros países, lo que facilitaría una radiotelevisión pública más independiente. Las privadas quieren que se cobre a cada casa con tres tramos para toda la televisión pública: estatal, autonómica y local.
La solución es mixta para diversificar ingresos y evitar el pago directo por los ciudadanos: unificar la financiación de las cadenas públicas, permitir publicidad limitada a ciertas horas y programas (al estilo del actual patrocinio), y mantener tasas sobre el uso de dominio público y el resto de servicios audiovisuales.
Para que funcione la televisión pública debe adelgazar, centrarse en el servicio público, ser de verdad independiente -política y financieramente-, con total transparencia y responsabilidad económica y de servicio público.
Columna en los diarios de Vocento
RTVE confía en una sentencia similar para la tasa del 0,9% de los ingresos a las telecos españolas por sus servicios audiovisuales. Esa aportación junto al 3% de las cadenas privadas en abierto y el 1,5% de los ingresos de las de pago generan más de 215 millones de euros, una cuarta parte del presupuesto de la televisión estatal, a la baja por la crisis y la caída de ingresos tanto de televisiones como de operadores de telecomunicaciones.
Si la sentencia se confirma para España perderán los partidarios de la vuelta de la publicidad a TVE –anunciantes y políticos diferentes, de Montoro al PSOE-, pero el sistema de financiación seguirá siendo inestable y parcial al no afectar a las autonómicas y locales.
RTVE necesita estabilidad, pero también adelgazar y ahorrar dedicándose sólo al servicio público, no a competir con programación comercial. A los políticos les da pavor un canon como en otros países, lo que facilitaría una radiotelevisión pública más independiente. Las privadas quieren que se cobre a cada casa con tres tramos para toda la televisión pública: estatal, autonómica y local.
La solución es mixta para diversificar ingresos y evitar el pago directo por los ciudadanos: unificar la financiación de las cadenas públicas, permitir publicidad limitada a ciertas horas y programas (al estilo del actual patrocinio), y mantener tasas sobre el uso de dominio público y el resto de servicios audiovisuales.
Para que funcione la televisión pública debe adelgazar, centrarse en el servicio público, ser de verdad independiente -política y financieramente-, con total transparencia y responsabilidad económica y de servicio público.
Columna en los diarios de Vocento
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