Sam Zell, el nuevo dueño del grupo norteamericano Tribune, declara la guerra a los buscadores de noticias. Los advenedizos magnates de la prensa caen en viejos errores repetidos por las dinastías a quienes compran los grandes diarios.
Los buscadores no son la causa del fin de la era de la prensa.
Al contrario, ayudan a los viejos medios a situarse en internet. Y eso a pesar de ciertos problemas como la primacía de la información más publicada frente a las exclusivas y la redundancia informativa que provocan.
Pero nada más fácil que encontrar información con un buen buscador cuando el público está interesado en algo.
Sam Zell es un hombre del ladrillo. Y como ya sabemos por estos lares, los dueños del ladrillo nunca han sido buenos patronos para la prensa.
En Los Angeles Times, una de las joyas de Tribune, saben mucho de esto. Muchos dudan si el coronel Harrison Gray Otis y su yerno Harry Chandler dedicaron más tiempo a construir Los Ángeles o a edificar su periódico.
La fortuna de ladrillo y papel no se separó hasta los años 60, cuando Otis Chandler se hizo cargo del periódico.
Sam Zell dice que compra Tribune porque es un desafío empresarial. Quizá ahí le molestan las nuevas reglas impuestas por internet: el debilitamiento de las viejas cabeceras, la erosión de la fidelidad del público, el aumento de la competencia (comercial y de contenidos) y el aumento de presión de las pequeñas empresas contra los grandes imperios.
Cerrarse a la realidad no parece la solución. Las reglas del ladrillo deben ser reinventadas si la prensa quiere sobrevivir.